
LAS LÁGRIMAS SILENCIOSAS SE ESCURRIERON VELOCES POR SUS MEJILLAS, PENSANDO EN ÉL Y EN LO MUCHO QUE LE AMABA y todo porque no se atrevía a sacar eso que llevaba tan dentro. Esos deseos inconfensables, ese amor imposible. Por eso lloraba, por eso ese llanto infinito. Pensaba, meditaba y decidía que cuando lo viera se lo contaría, pero una vez más, se echaba atrás. Y yo le aconsejaba que no escondiera sus palabras, que no admitiera algo imposible. Las cosas se vuelven así (imposibles) cuando uno tira la toalla y ella la había tirado del todo. Pero, ¿por qué? No todo es tan difícil como ella piensa. Siempre se lo digo, pero como si nada, como si lloviera. Ella seguía con su llanto y su desconsolación. ¿Por qué es su hermano? ¿Por qué sería incesto? En el amor no hay ninguna regla, sólo la de no jugar sucio. Pero ella se sentía mal, se sentía sucia y… ¿quién ha dicho que sea malo amar? Yo desde luego que nunca. Y cuanto más pensaba en él más se ponía a llorar. Y así le pasaran los años, toda una vida sin saber si podría haber estado con él, sin saber si le podría haber dado todo eso que ella quería. Si nunca lo intentó, nunca lo sabrá y vivirá siempre con su duda. No se puede estar toda una vida así, estoy harta de decírselo, pero ¿cómo hacer el paso?
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